miércoles, 29 de diciembre de 2010

Los Relojes de Alestes, de Victor Conde ***

Poco tiempo después del primer viaje a la Luna, protagonizado por los caballeros del Gun Club estadounidense, en la Europa de entreguerras está fraguándose un proyecto que significará el inicio de una nueva era para el reino de Prusia.
Una rica aristócrata, frau Irna Hohenstaufen, invertirá su magnífica fortuna en financiar un viaje a la superficie del satélite con un propósito mucho más prosaico que el de los americanos: excavar en busca de oro hasta el mismo corazón de la Luna, con la ayuda de un misterioso reloj del que nadie conoce su utilidad, para así financiar la inminente guerra de su país contra el Imperio Otomano.
Pero lo que encontrarán una vez lleguen allí desafiará incluso las más atrevidas predicciones de los científicos...

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¿Por dónde empezar? “Los Relojes de Alestes” no es una novela sobresaliente. De hecho, por momentos, es torpe y áspera. Hay momentos sinceramente aburridos, hay otros que, desgraciadamente, el autor obvia cuando podrían resultar fuentes fundamentales de coherencia para la obra. Por momentos parece haber sido escrita con prisas, en otros, parece haber sido editado sin ningún tipo de delicadeza. Muchas veces el lector sentirá que le autor le oculta algo, que se ha guardado capítulos enteros, o que simplemente, ha pasado de escribirlos. Así, el lector va a pasar muchas horas con este libro frustrado. Va a pasar muchas horas porque no va a poder parar de leer. Y va a estar frustrado porque le gustaría conocer muchos más aspectos de esta ucronía steampunk de Victor Conde.
Sí, el autor carece de la soltura o el estilo que disfrutamos en otros escritores, pero hace gala de una personalidad que echamos en falta en muchos otros. Si “Los Relojes de Alestes” se lleva buen anota es por la gran valentía del editor y del autor. Del editor, por apostar por un género como el “steampunk” que en nuestro país carece del apoyo que muchos (muchísimos) lectores reclamamos. Del autor porque, sin querer medirse, a tomado la obra de dos nombres como Verne Y Welles, que no sólo son grandes en la literatura de género, sino que lo son de la cultura universal.
Dicho esto, el libro engancha. No será un libro de cabecera, pero será un libro que se disfrutara leyendo, en viajes de metro o en cómodos sillones. De un tirón y con ganas. Las carencias de estilo se ven sustituidas por buenas ideas y por una sinceridad que merece el reconocimiento del lector. Una vez que el autor y el lector se han puesto de acuerdo en “esto es una novela pulp y sólo queremos divertirnos” todo resulta mucho más fácil. Lástima que el estilo resulte apresurado y que ciertas ideas estén metidas de manera excesivamente forzadas. Bueno, tampoco se puede decir que se una falta que no compartan autores consagrados y a la que damos menos importancia por se quienes son (cuando debería ser al contrario). Lo importante de “Los Relojes de Alestes” es que entretiene, y que está plagado de buenas ideas. Muy buenas ideas. Y que salvo algunos giros argumentales y sorpresas un tanto decepcionantes y chocantes, el lector va a disfrutar de nuevo viajando a la Luna (por primera vez). Se tropezará con ciertas reflexiones que seguro que le interesarán, y se reirán con guiños e ideas realmente ingeniosas.
Este es un libro modesto que precisamente por su falta de pretensiones resulta, eficaz en su papel de obra de divertimento y esparcimiento. Es una obra sincera que no engaña en ningún momentos: las sorpresas que pueda encontrarse en lector serán argumentales, pero nadie podrá decir que no sabía que estaba leyendo una novela sobre un grupo de personas que viajan a la luna a finales del siglo XIX”. Si quieres pasar un buen rato compartiendo ese viaje, dale una oportunidad al libro.

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